miércoles, 3 de septiembre de 2008

Buenas veladas con Sergio

el sexo era algo superficial y normal en la vida juvenil de Pau, ya había encontrado debajo de la mesilla los primeros preservativos de la marca "durex", y me daba cuenta que se estaba haciendo mayor, que ya no eran los porros, ni siquiera el tonteo con las chicas, los besos y los bailes en las discotecas modernas que dejaban paso a los menores de dieciocho con una consumición que solo podía ser refresco.
Pau estaba hecho de otra madera que Jean, no era tan clasicista con la música, y ya había ido a algunos conciertos en la sala "Caracol" con su tio Sergio, de Extremoduro, o de Reincidentes, se movía más por los antros heavys que rodeaban la zona del "Valle del Kas".
Elena no era mas que una niña, y estaba superprotegida por su hermano, Pau con melena negra, y perilla a los quince años ya excitaba a las chicas con flequillo, que iban de alternativas, buscando un mundo perfecto e ilusionista, una mentira disfrazada solo para fines de semana en las discotecas que rondaban por la Gran Vía Madrileña. En uno de los encuentros de Pau con Sergio, éste le llevó a ver un estreno de un corto que se había rodado en la ciudad del Sena, Bajo la lluvia de luces parisinas, junto al Mont Matre y algún paraíso perdido entre las cuatro paredes de una casa en la que habían vivido pintores refugiados de la guerra civil española, y escritores bohemios del siglo XIX, bajo la denominación de los "Simbolistas". Pau adquirió sus primeros contactos con el cine y con la historia, esta vez más cercana explicada por su tio menor.
Ignacio era el actor, compañero de Sergio, un joven con ganas de comerse el mundo y que venía desde Gasteiz buscando el pan, o el papel de una película que le llevara a conseguir retos importantes. Contaba cuentos en el metro y era admirador de esas cerillas, Garibaldi, creo que se llamaban, era muy compañero de Sergio, se iban de fiesta, y bebían vino tinto reserva del 83, un ribera muy sabroso, Pau fue el tercero en una de las mejores tardes del domingo del 2003

Dedicatoria: a Ignacio por ser fiel, por ayudarme a no perderme en esta historia, gracias, algún dia cuando la acabe será merecido un cafe, en algun lugar del centro

2 comentarios:

david santos dijo...

Sí. Hay merecido un cafe, porque la Historia es muy buena,
Gracias por hacerla.

__ dijo...

Me hubiera gustado que hubieras conocido tantos sitios, pero quizá la sala Canciller, la más desconocida pero la más auténtica, te hubiera alucinado.

Jean, la obra es tuya y los demás la leemos y te lo agradecemos. Sólo deseo que nunca pierdas la libertad para contarnos estas cosas.

Por supuesto que me gusta y siempre te agradeceré tus palabras. Tú pones el café y yo pongo las cervezas y algo para picar (el Bocaíto es un buen sitio para empezar).

Gracias, Ignacio