sábado, 11 de septiembre de 2010

800 Noches y los Piratas

800 noches y un disco de los Piratas,
extraña situación, ella perdía
todo por una de sus canciones.
Fuimos al "Baco Perdido"
y siempre pedía una del poligamia
Kina siempre sonaba para ella.
a mi me atraía más las del Relax,
Inerte o Audrey me daban paz,
pero ella quería mucho más.
Y de bar en bar nos emborrachabamos
y ella era feliz con su canción
de los Piratas.

Verano Calé

Un paisaje lejos de Madrid. La escena olvidada diez años atrás, y los primeros acordes de su guitarra desafinada. El cielo azul acompañaba y varias francesas toalla al hombro bajaban por un caminito vayado, buscando el paraíso de Cales de Mallorca. El exceso del día anterior se notaba en mi cabeza, las últimas vivencias con Baco el Dios del vino, me habían dejado echo polvo.
La claridad cristalina del Mediterraneo había encendido en mí una inspiración innecesaria ya que no había papel y boli, y él allí con su guitarra vieja y desafinada, diciéndome vamos a tocar alguna de esas que te sepas tú. No me acerqué. Las olas iban trayéndome más influencia, y me acordé de todos los santos devotos de mi abuela por no meter en la bolsa un jodido papel y un puto bolígrafo. Cosas del destino que me acerqué al hippie a tocar varias de Jefferson Airplane, Hendrix, y de The Doors. Los acordes eran algo parecidos pero desafinados claro, y tampoco es que nuestras voces eclipsaran a esos grandes lunáticos sesenteros. Las francesas de las toallas incorporadas a tal evento. El agua clara que ya iba perdiendo color mientras el azul claro del cielo desaparecía. El atardecer una suave despedida del astro rey, un hasta mañana y un beso lejano mandado a la Luna, desde el horizonte, sí, aquel donde el mar y el sol, parece que entran en sintonía, y se produce un color rojizo por las nubes. Él nos invitó a unas frescas cervezas y nos llevó a su casa y nos dio un gazpacho que hacía de su huerto balear.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Sexo y music 80

Una sesión musical en el garito vanguardista de Andrea Tomasson, contagiaron nuestras ganas de vibrar y de que con el ritmo musical nos emborrachasemos hasta acabar tirados en los sofas que habían en la planta baja.

El esplendido DJ nada más empezar puso Fascination de La Roux, y continuó con un repertorio mágico en la que las tres horas que duraba su sesión, alimentó de baile a los que estabamos allí. Con boina francesa y una Nikon que tapaba su rostro estaba ella haciendo fotos buscando la perfección a base de flashazos. Sonaba Love is a Shield de Camouflage, cuando ella se topó conmigo y comenzó a disparar su objetivo contra mi, me llevó a la pared, sólo veía el rouge de sus labios, y sus uñas negras apretando el botón. Allí estaba puesto como ella quería con mi corbata en la boca, mi sombrero negro y uno de los tirantes caídos.

Personal Jesus, sus labios rojos me invitaban con exceso, y compartimos la primera experiencia labial, jugando a recorrer con sutilidad nuestros caminos con dirección cada uno a nuestros sexos, yendo con un paso calmado. Ella siguió fotografiando a la gente, y allí seguí bailando al ritmo de los Depeche Mode. Una pareja de chicos bailaban mirándose a los ojos, a los dos minutos ya se estaban devorando el uno al otro. Mientras ella les hacía fotos y buscaba la mejor posición, uno de ellos llevaba una camisa sin mangas de Blondie, un pantalón apretado de cuero y unas converses rojas, el otro chico llevaba un diseño muy retro, estilo al mío, con un chaleco gris bien bonito, una chapa de Marc Almond y lucía un bigote como Chaplin, perilla y un piercing en el labio, y numerosos pendientes en las orejas.

I feel Love sonó en la pista, y revolucionó a todos que bailaban como locos en la tarima, la pareja de gays seguía comiendose la boca y alguna de las chicas solitarias bailaba sóla en la pista. Fui hacia a ella, y me puse a bailar, sonrió y al oído nos dijimos dos o tres cosas. seguimos bailando y la fui llevando hacia mi terreno. Apareció el objetivo de la Nikon encima mio, mientras la solitaria chica buscaba mis labios y yo en ese momento no se que buscaba si los suyos, o si buscaba otro lugar al cual acceder con más rapidez. Mientras sonaba Sex un clásico de Berlin, ya la Nikon exploraba bajo mi camisa, y la corbata ya me la había quitado Sara la chica de la pista, así se llamaba después de sus besos se presentó. Siguió con su mano explorando la fotógrafa mientras Sara deslizaba sus dedos de la mano izquierda en mi pecho. El calor en ese momento no era ningún problema, disfrutaba con pasión todo lo que me estaba pasando. Me llevó al baño, necesitaba un lugar para que ella se entregara a mi cuerpo mientras sonaba Fade to gray de Visage, mi canción preferida. No estaba muy atento de lo sonoro, sino del tacto, de mi excitación, de su cuerpo. Encontramos sitio en uno de los retretes, en el que estuvimos liándonos un rato. Salí y el garito estaba vaciandose, eran las seis y había perdido la noción del tiempo. El Dj escogió Sweet Dreams para finalizar y desearnos a todos un buen sueño, aunque muchos de los que habíamos allí, sabíamos que soñar lo dejaríamos para después de tener sexo en nuestras camas.

La Fotógrafa esperó a que salieramos del garito, se presentó su nombre era Pau, y nos llevó a su estudio en Malasaña, una casa vieja con un baño y dos habitaciones, uno de los cuarto tenía un mini laboratorio en blanco y negro. Nos sacó Ron, y bebimos, lo mezclamos con limón y dejamos medio cubata cuando ella sacó un par de carretes y nos fotografió mientras acariciabamos todas las partes de los dos cuerpos que yacían unidos.

domingo, 5 de septiembre de 2010

la pareja del taboo

La oscuridad de la sala se perdía mientras los fogonazos de neón daban la alegría en el momento principal de la noche, la sesión de DJ Moon, dejaba la sala llena de momentos estelares y lunáticos.
Ella contaminaba de besos a un chico de gafas que apasionaba su talento de ir de interesante por la vida, genio y figura hasta la sepultura empezó a bailar con ingenio una de esas canciones de Jean Michel Jarre cien mil veces remezcladas por djs que habían pasado por cientos de cabinas mundiales.
Ella no comentaba nada a sus amigas, se limitaba a enrollarse con él, y desafiaba a las normas que se había puesto al dejar a su antiguo novio anclado en el baño mientras se colocaba con unas rayas de farlopa encima de la tapa del retrete. Visto y no visto apareció el ex, y ya dejado se fue a por una china que había visto sola bailando arriba, al lado de los baños.
Contemplando el exceso del pedo que le había dejado las rayas y los jotabes, bebidos esa noche con la que era su novia hasta el momento del baño, y los bebidos consecuentemente con la que no era china, en verdad era de Albacete y sus viejos eran coreanos que trabajaban en una fabrica, mientras su hija afirmaba que no salía y que estudiaba bastante.
Las dos parejas se vieron al final y cada uno salió por los distintos lados de San Vicente Ferrer.