La oscuridad de la sala se perdía mientras los fogonazos de neón daban la alegría en el momento principal de la noche, la sesión de DJ Moon, dejaba la sala llena de momentos estelares y lunáticos.
Ella contaminaba de besos a un chico de gafas que apasionaba su talento de ir de interesante por la vida, genio y figura hasta la sepultura empezó a bailar con ingenio una de esas canciones de Jean Michel Jarre cien mil veces remezcladas por djs que habían pasado por cientos de cabinas mundiales.
Ella no comentaba nada a sus amigas, se limitaba a enrollarse con él, y desafiaba a las normas que se había puesto al dejar a su antiguo novio anclado en el baño mientras se colocaba con unas rayas de farlopa encima de la tapa del retrete. Visto y no visto apareció el ex, y ya dejado se fue a por una china que había visto sola bailando arriba, al lado de los baños.
Contemplando el exceso del pedo que le había dejado las rayas y los jotabes, bebidos esa noche con la que era su novia hasta el momento del baño, y los bebidos consecuentemente con la que no era china, en verdad era de Albacete y sus viejos eran coreanos que trabajaban en una fabrica, mientras su hija afirmaba que no salía y que estudiaba bastante.
Las dos parejas se vieron al final y cada uno salió por los distintos lados de San Vicente Ferrer.
Breve elogio a la máquina
Hace 1 año
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